domingo, 14 de noviembre de 2010

Breve historia de una fuga

 Se ha ido. Quizás vuelva, quizas no. Puede que regrese en un par de horas, puede que no regrese nunca. Tal vez muera en el intento de encontrar la libertad, tal vez la en cuentre y sea feliz. Pero se había ido, estaba cansada de los problemas, de no saber qué hacer, de las discusiones con sus padres de noches enteras derramando lágrimas y sollozos amortiguados por la almohada... estaba muy cansada de todo.
 Media noche y Violeta corría por las calles de la ciudad con una sola idea que martilleaba su cabeza: escapar, escapar, escapar... Las lágrimas resbalaban por sus mejillas empapando su camiseta, y la mochila rebotaba sobre su espalda, mas ella no prestaba atención, estaba dispuesta a cumplir su propósito. Era tarde para regresar y no pensaba dar media vuelta, llevaba meses planeando su huida. Quería llevar una vida libre de problemas, sin nadie que le dijese qué debía hacer. Libre...
 Tras correr varias horas sin rumbo se adentró en el bosque, poco tiempo después cayó en la cuenta de su error, aquel lugar estaba muy oscuro, la vegetación le llegaba por la cinturam cada poco se giraba pues creía oír moverse una rama o algún otro ruido extraño. Todo le daba vueltas hasta que cayó rendida sobre la húmeda hierba ¿Y si no había sido buena idea escaparse de casa? ¿Qué pensarían sus padres? ¿Y sí moría en aquel bosque? Después de tantas preguntas de las cuales ignoraba la respuesta, agotada, quedó sumida en un profundo sueño.
 Cuando despertó ya había amanecido, su reloj marcaba las nueve de la mañana, el bosque parecía totalmente diferente. La noche anterior había llegado a un claro que en nada se parecía al siniestro bosque en el que creyó entrar:había un riachuelo de agua calra y cristalina donde se podían distinguir peces de diversos colores, había también gran variedad de árboles.
  Aquel lugar le provocaba una sensación de paz que nunca antes había experimentado y que invadió todo su cuerpo, como si hubiese esperado toda la vida para llegar allí.
 Se sentó a la orilla del arroyo a descansar, se sobresaltó al sentir una presencia tras ella . Ante sí un hombre de sucios ropajes y mirada seria que le mostraba una cálida sonrisa. Violeta retrocedió asustada, mas él trató de convencerla de que no iba a hacerle ningún daño. Dudosa le observó durante unos instantes, no era muy mayor pero su rostro estaba surcado por numerosas arrugas, y sus ojos avellana eran hermosos aunque parecían mas serios de lo habitual, a pesar de todo parecía inofensivo.
 El ermitaño pasaba por allí todos los días y comenzó a intimar con él, permanecían largos ratos junto al riachuelo hablando. Un día, que estaban conversando, el hombre le hizo la temida pregunta: ¿ Por qué vivía ella sola en aquel lugar? Violeta le respondió, con cierto rubor en las mejillas, que se había escapado de casa, entonces el hombre palidecó y su semblante se cubrió de prfunda tristeza.
 - También yo me escapé de casa, tenía más o menos tu edad - dijo conteniendo las lágrimas - estaba muy enfadado con mis padres y no aguantaba más entonces me fui. Al principio me fue bien pero empecé a encontrarme muy solo, pensé en volver pero era demasiado orgulloso. Ahora me doy cuenta de que cometí un grave error, me perdí todas  las cosas buenas que me ofrecía la vida. La libertad tiene un precio Violeta y y es demasiado alto. Vuelve a casa, no cometas el mismo error que yo.
 Tras decir estas últimas palabras se marchó, dejándola con más incognitas todavía ¿Debería volver? Decidió dar un paseo por el bosque para ordenar sus ideas, y cuando quiso darse cuenta había llegado a sus límites. Frente a ella se extendía el camino que llevaba a la ciudad, a su hogar, donde sus padres, que tanto la querían, estarían muy preocupados por ella, allí tendría una libertad limitada. Tras ella, el bosque, donde disfrutaba de libertad sin límites que no encontraría en ningún otro lugar, pero debía pagar un precio y era demasiado caro ¿Aguantaría tanto tiempo sola? Miró de nuevo a ambos lugares, era ella la que debía elegir, tenía el destino en sus manos, la sentencía le cambiaría la vida para siempre, pero... ¿Cuál de las dos era la más adecuada?

3 comentarios:

Sombrerera dijo...

Hola! Parece que no os disteis cuenta de que os di un premio en mi blog. Esta es la entrada donde está:
http://reinoetereo.blogspot.com/2010/11/premio_12.html

muaas!

Anónimo dijo...

Debe pensarlo bien, porque una vez que de el primer paso, no habrá vuelta atrás.
Deseale de mi parte suerte a Violeta.
Muchas gracias por pasarte por mi blog, me encanta recibir visitas.
Un saludo.

lil dijo...

yo volvería a casa, un bosque también tiene límites, siempre los hay, salvo los de la imaginación, y aún así, nos atenemos a muchas normas al escribir, al pintar, al expresarnos, no hay una total libertad, pero el uso que hagamos de ella, sea mucha o poca, es lo que va a marcar la diferencia; yo volvería, creo que podría adaptarme a vivir sola en el bosque, pero hablar con las plantas no es lo mío jeje 8) me gusta que me respondan, algo más de lo que yo pueda imaginar que me responderían, me gusta que me sorprendan, y en el bosque, yo sola, no creo que me descubriese más a mí misma por estar más tiempo conmigo misma, más bien al contrario, y tampoco tendría con quien comunicarme, y eso es algo que necesito :) bueno, me he enrollado!! muchos muásss y muchas gracias por tus comentarios, que también me hacen mucha ilusión 8))) de la de verdad, de la que levantan sonrisas :)))) muy feliz comienzo de semana!! ;)