jueves, 4 de noviembre de 2010

Casa tomada ....

Nos gustaba la casa porque además de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solas en ella, lo que era una locura, en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse.ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno,
nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persi
stir solas en ella, lo que era una locura, en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse.
Todas las casas antiguas necesitan un gran mantenimiento, y como últimamente nuestro crédito estaba seco decidimos alquilar las habitaciones sobrantes.
Pusimos un anuncio en el Facebook diciendo: se alquilan habitaciones en casa antigua. Al día siguiente cuatro personas se presentaron para alquilar las habitaciones. Al principio, nos pareció extraño que viniesen los cuatro juntos y tan rápido, pero, por el "ansia" de alquilar la casa, no le dimos importancia.
Irene y yo les preparamos la cena, pero nos dijeron que no tenían hambre y que preferían descansar un poco.
A eso de las cuatro de la mañana, oímos un chirriante ruido procedente de la habitación de al lado.
Nos asomamos para ver qué ocurría y era Fran, un viejo violinista, nos contó que tocar el violín le ayudaba con sus problemas de insomnio.
Ala mañana siguiente nuestros inquilinos se levantaron tarde y se saltaron el desayuno y la comida...
Aquel mismo día por la noche nos dijeron que no hacía falta que les preparásemos ninguna comida, !qué ya se las apañarían ellos¡....
Irene, más imaginativa que yo, empezó a mencionar palabras como !vampiros¡, !espíritus¡ etc... yo la mandé callar con una carcajada.
Esa noche no podíamos dormir, estaba claro que algo ocurría con nuestros inquilinos... y de repente !Plas¡ se oyó un ruido que provenía de la cocina y asustados bajamos rápidamente.
Allí se encontraban el chef Juan y su pinche Oscar, expertos culinarios, estaban cocinando una salsa roja como la sangre... Irene chilló !ah¡ pedimos una explicación a todo aquello temiendo ser atacados y servir de cena en nuestra propia casa...
Alma, la única mujer del grupo empezó a explicarse:
- Somos historiadores
- ¿Qué? - chilló Irene
- ¿Investigar qué? - contesté yo
-Yo soy historiadora. Estudio el antiguo Egipto. Fran es arqueólogo, Oscar y Juan expertos en jeroglíficos... y creemos que.
-!Una momia¡, !lo sabía¡, !Aquí está enterrada una momia¡- gritaba Irene
- No tranquilícese... respondió Fran
- No sabemos si Sir Arthur...
- !El abuelo Arthur¡- exclamé
- Pues eso, su abuelo, Sir Arthur, famoso explorador, en uno de sus viajes encontró el espejo sagrado de Nefertiti y creemos que lo escondió aquí.
- ¿Mi espejo?- balbuceó Irene
- Si, tiene un valor incalculable; cualquier museo pagará una fortuna explicó Alma.
- Ya pero nuestro abuelo se rebolbería en su tumba seguro que su intención era donarlo y así aremos.

Así lo hicimos, nuestros inquilinos se marcharon y al cabo de un mes recibimos una carta del museo agradeciéndonos el donativo con un cheque que nos permitió reformar la casa.

Esta es mi relato de la casa tomada espero que os guste

La fotografía...

¿Alguna vez habéis sentido que algo ocurre al revés ?
El pasado Viernes fui a ver una exposición de fotografía.
Cuando entré en la exposición note una sensación extraña pero no le di importancia...
Todo era normal, gente mirando fotografías.
Giré la cabeza, !ah¡ un enorme ojo enmarcado y colgado, en una pared me observaba.
Su pupila era negra como el azabache, el iris era azul grisáceo como el plomo contrastando con el globo ocular blanco como la nieve. Se reflejaban en él unos edificios.
Girara donde girase su mirada me perseguía.


"El ojo que tú ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque él te ve"
Antonio Machado

lunes, 1 de noviembre de 2010

Casa tomada

Como ya sabéis ayer a sido Halloween y, en honor a la noche de los muertos os dejo este relato, espero que os guste:


 Nos gustaba la casa porque además de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solas en ella, lo que era una locura, en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse.
 La casa era preciosa pero intimidaba por su enorme tamaño, sentí miedo pues era mucho espacio para sólo dos personas. Irene pareció notarlo pues me dijo con voz serena que no me preocupara, eso no disipó mis miedos, podía percibir algo siniestro en aquel lugar.
 Pasamos el día desembalando cajas, colocando objetos sobre los muebles y las estanterías. Mi amiga no dejó de sonreír en ningún momento , yo de vez en cuando lograba mostrarle una forzada sonrisa, no quería estropearle el día, era mi mejor amiga desde pequeña y no deseaba verla afligida .
 Llegó la noche, ambas estábamos exhaustas y deseosas de meternos en la cama a descansar, me retiré a mí habitación, vistiendo el pijama para entrar en la cama, que a pesar de ser realmente cómoda y estar adornada por un precioso dosel, aun así resultó imposible conciliar el sueño, tenía miedo, mucho miedo... Escuchaba crujir la vieja madera, una risa que helaba las venas. No logré saber si todo fue real o fruto de la imaginación.
 A la mañana siguiente al levantarme, cuando fui a la cocina a prepararé el desayuno, Irene ya estaba allí tampoco parecía haber dormido bien pues tenía el rostro demacrado con unas terribles ojeras, el pelo alborotado y la mirada perdida. Le pregunté si había pasado una mala noche, más me contestó con un bufido y se marchó dejando allí su café aun humeante.
 Aquel comportamiento era realmente extraño en alguien que siempre se mostraba alegre aunque no se sintiese así.
 El resto del día continuó de mal humor, cada vez que intentaba entablar conversación me respondía con un gruñido y se alejaba.
 Pasaba el tiempo, y yo cada vez estaba más asustada, el comportamiento de Irene era cada vez más insólito, se pasaba el día encerrada en su cuarto, apenas comía y cada vez la veía menos, su rostro siempre alegre tenía ahora un aspecto cadavérico, y sus ojos, ojerosos y cansados estaban totalmente inexpresivos.
 Todas las noches tenía pesadillas y nunca lograba dormir bien, no sabía lo que le pasaba pero estaba dispuesta a averiguarlo...
 Un día salió de s u habitación y yo aproveche la ocasión para entrar, aquel lugar tenía un aspecto devastador: había papeles por el suelo y desperdigados por toda la mesa, la cama estaba sin hacer y el suelo mostraba manchas de café de hacía varios días.
 Me acerqué a la pantalla del ordenador para ver que ocurría, lo que ví me dejo sin palabras, Irene estaba investigando sobre las personas que habían vivido en aquella casa y se habían hallado muertas misteriosamente en luna llena, al igual que hoy...
 Pasé horas ante le ordenador y llegó la noche, pero el tiempo no parecía haber pasado para mí hasta que la puerta del dormitorio se abrió, en el quicio de la puerta se dibujaba, iluminado por el pálido respalndor de la luna, el desmejorado rostro de mi compañera , en su mano de huesudos dedos portaba un afilado cuchillo. Empezó a andar hacia mí con él en alto sin que yo pudiera hacer nada, el miedo me había paralizado, cuando estuvo tan cerca de mí que podía escuchar su agitada respiración y empezó a carcajearse como una demente, lo último que ví antes de morir fue el brillo de locura que ocultaban sus encendidos ojos almendrados.